1. Genie
En realidad se llamaba Susan M. Wiley. Como tardaba en hablar, un médico insinuó que podía ser ligeramente retardada, pues no habló hasta los 20 meses; esto cavó su fosa: su padre era un tanto inestable (más bien era un hijo puta estable en su hijoputez), que estaba depre desde que un canalla atropelló a su madre y se dio a la fuga. Clark, que así se llamaba el figura, pensó que, para proteger a la niña (porque pensaría que se la quitarían los servicios sociales), nada como encerrarla en su cuarto, atada a una silla y encerrándola por la noche en una jaula; también le soltaba unas guantadas de impresión cuando intentaba hablar; pegaba a su mujer, que estaba ciega por unas cataratas y un desprendimiento de retina y vigilaba pistola en mano a la mujer y al otro hijo para que no hablaran con Susan, que sólo recibía alimento, y sólo conocía las palabras stopit (para ya), nomore (más no) y no.
Cuando Susan tenía 13 años, el 4 de noviembre de 1970, Irene, su madre, consiguió huir con ella; acudió a pedir una ayuda social porque era ciega, y una trabajadora social descubrió a la niña; pensó que tendría siete años y sería autista, después de verla en su mundo y con pañales, y se le cayeron los palos del sombrajo cuando descubrió que tenía trece. La peor pesadilla de Clark, que para que no lo entrullaran prefirió suicidarse, se hizo realidad, y a la niña la llevaron a un hospital de Los Angeles. El sobrenombre de Genie se debía a que quien se lo puso la vio como un genio comprimido en una lámpara pugnando por salir.
No estaba totalmente perdida para la ciencia, pero por un lado la curiosidad humana y por otro lado el sistema de servicios sociales de California, cortaron el grifo al proyecto Genie, y no se dieron más avances. A los 18 años volvió a vivir con su madre, que se dio cuenta de lo difícil que era vivir con ella. También estuvo en diversos hogares de acogida, donde también sufrió maltrato. En la actualidad vive en un hogar para adultos en algún lugar de California. Habla, aunque, por su adquisición tardía del lenguaje, no tiene la misma pericia que alguien de su edad que no hubiera tenido esas obstrucciones…
2. Oxana Malaya
Esta chica ucraniana debe su situación actual a sus padres, alcohólicos e incapaces de cuidarla como es de recibo. Nacida en noviembre de 1983, vivía en una zona pauperizada en la que los perros salvajes campaban por sus respetos. Su padre la mandó a la caseta del perro que había detrás de su casa, y allí la criaron estos animales, de los que adquirió su comportamiento y maneras.
La encontraron en 1991, con ocho años de edad. Tenía serios problemas de comunicación, pues nunca había usado el lenguaje en un contexto social. Los expertos dudan de que pueda llegar a crear relaciones humanas estables y pueda llegar a sentirse parte de la comunidad humana.
Como curiosidad morbosa, se encontró con su padre, el mismo que la mandó a la caseta de perro; la niña buscó su afecto una vez lo encontró.
A día de hoy, vive en un hogar para discapacitados mentales, donde ayuda a cuidar las vacas en la granja de la clínica.
domingo, 11 de enero de 2009
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